Ganas tenía de oír en directo al que en los últimos años ha sorprendido en la escena jazzística, Jamie Cullum. Y no me sorprendió, pero sí. No me sorprendió porque si visionamos cualquier vídeo de sus directos es exactamente lo que ofrece cuando asistes a un concierto suyo: no sólo música, sino espectáculo, show, carisma que se desprende en el escenario su personal forma de actuar, con mucha naturalidad y con sus destrezas pianísticas (incluidos algunos malabares pues no faltó como su subida al piano) y su voz, peculiar pero con carácter y sentimiento.
Pienso que Jamie Cullum sorprendió con algo hoy difícil de ver: naturalidad y cercanía y un gusto exquisito y al tiempo enérgico a la hora de afrontar versiones de todos los estilos y géneros. Ese es otro gran valor de este joven pianista y cantante: lograr canalizar estilos que en apariencia son divergentes y hacérselos totalmente suyos.

No importa que no pueda detallar el set list del concierto de ayer pues el propio peso de los temas, su ejecución y el desplegarse cómodamente por el jazz, el pop, el blues, soul y funky es dificil encontrarlo en un concierto. Y Jamie Cullum es algo que puede hacer cómodamente.
